La presencia de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en la ceremonia de toma de posesión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desató una acalorada polémica. Meloni fue – como repiten incansablemente la noticia - “el único líder europeo que participó en el evento”. Una elección que algunos interpretan como una señal de alineación política con la administración Trump.
¿Cuál podría ser el verdadero significado de esta iniciativa?
Giorgia Meloni, ya con Biden, había reiterado que “Italia y Estados Unidos tienen una relación sólida independientemente de los gobiernos”. Una frase que casi suena a mantra, pero que abre una reflexión: nuestra relación con Estados Unidos es verdaderamente la de un aliado autónomo o mejor dicho la de una nación que aún no ha asumido su historia? Italia, a diferencia de Alemania, Japón u otros países, nunca reconoció abiertamente su derrota en la Segunda Guerra Mundial. El “armisticio” sigue siendo hoy una narrativa que evita el uso de la palabra “rendición incondicional”.
¿Quizás el presidente Meloni esté intentando sutilmente iniciar un viaje hacia la verdad? The Hill debería poner fin definitivamente a este autoengaño masoquista.
Volvamos a la presencia solitaria en Washington... Si un presidente regional, digamos del Valle de Aosta o de Basílicata, fuera invitado a un gran evento internacional y anunciara en su pequeña aldea que había representado a Italia como "el único presente", ", ¿Cómo reaccionaríamos? Criticaríamos su descarada y parlanchina autocelebración. o captaríamos el sutil e inteligente mensaje de crítica constructiva a su país de origen.?
Meloni, con su presencia, quizá haya querido enviar un mensaje: “El mundo está formado por actores descomunales, unidos y sólidos, debemos esforzarnos por tener una sola voz, un solo gobierno, una sola representación, una sola fuerza en Europa". Un mensaje patriótico, por supuesto, pero también visionario: ¿Por qué Europa no puede estar políticamente unida? ¿Por qué seguimos atrapados en una “reunión de condominio” sin la fuerza para tomar decisiones estratégicas como un continente verdaderamente unido?
Una Europa cohesionada podría incluso tener un ejecutivo compuesto íntegramente por griegos, alemanes, españoles o, por qué no, italianos. No sería un gobierno "partidista", sino el gobierno de Europa, preocupado por el interés común pero abierto y dispuesto a acoger nuevas realidades.
Para aquellos que ven un futuro como “51st Star USA”, aquí hay una realidad incómoda: ¡Esos lugares no existen! (Como máximo son para Panamá o Groenlandia...)
En definitiva, la controversia sobre la participación de Meloni parece estéril y quizás miope. Puede que no le guste el mensaje o la forma en que se transmite, pero ignorar su significado (muy oculto) significa no comprender que Italia, para bien o para mal, sigue buscando su propio papel en el mundo y -probablemente- invita a Europa debe nacer como una unidad.
Foto: Presidencia del Consejo de Ministros.