He leído en el Corriere y en varios periódicos locales sobre la polémica que ha surgido sobre Comando de asalto italiano, que este año llega a su 37 edición. Contra la cultura de la guerra, la creciente militarización, etc. se han alzado declaraciones de varias organizaciones pacifistas/antimilitaristas, sobre las que no me voy a detener: son posiciones ideológicas tradicionales y muy arraigadas en Italia y por eso las respeto.
Ni siquiera me sorprende el desconocimiento del tema, evidente en los comunicados de prensa de varias asociaciones: los políticos italianos tienen competencias mínimas en materia militar y esto se remonta al período de posguerra, cuando para evitar divisiones en el Parlamento, las cuestiones militares fueron delegadas al Gobierno.1.
En cuanto al Raid Commando Italiano, fue organizado por UNUCI Milán a raíz de competiciones internacionales similares que se celebraron en Francia, Austria, Suiza y Alemania, zonas fácilmente accesibles para quienes viven en el norte de Italia. Allí descubrieron que Los reservistas existían y fueron entrenados, que se podía salir al bosque e incluso disparar con armas reales, que la Verband der Reservisten no era un cementerio de elefantes con estrellas. También fue un momento de renacimiento para la UNUCI, que en aquel momento se había reducido a poco más que un sistema de ordenanzas. Recordemos que la UNUCI –en su momento un órgano auxiliar del Estado– tenía como función principal en su estatuto la capacitación, por lo que ciertas actividades eran y son completamente legales y regulares.
Lo que podemos preguntarnos en cambio es: Pero ¿por qué algunas personas recién ahora se están despertando si esta carrera ya lleva casi 40 años en curso?
Este tipo de competiciones suelen celebrarse en zonas militares, aunque no necesariamente, de hecho las comunidades locales ayudan y comparten el orgullo de estas actividades deportivas y militares al mismo tiempo.
El escritor ha participado en al menos 50 de estos concursos, tanto en Italia como en el extranjero y Nunca en 30 años he visto pancartas o manifestaciones hostiles. Propongo pues una hipótesis: en el momento en que el fantasma de la guerra reaparece en Europa, la huida de la realidad aumenta, la guerra se exorciza negando su realidad y sus símbolos, uno de los cuales es necesariamente el ejército.
Nadie disuadiría a un deportista de entrenar, mientras que a un soldado de permiso no se le permite hacerlo. La angustia colectiva existe, pero en este momento no está regulada.
Marco Pasquali
Estoy de acuerdo y gracias por la carta. Para quienes han vivido de cerca las competiciones UNUCI, no es sorprendente lo poco que se entienden de ellas. No encontrarás fanáticos ni nostálgicos camuflados, sino ciudadanos, a menudo reservistas o ex militares, que eligen, con espíritu serio y sereno, mantener viva una habilidad. Personas que no buscan visibilidad ni aplausos, pero que saben que en caso de extrema emergencia podrían, sin dudarlo, volver a coger un fusil y utilizarlo. No por ideología sino por sentido cívico.
Mientras hoy discutimos hipotéticas reformas del servicio militar obligatorio o de la reserva operativa, olvidamos que Una formación creíble lleva años. Años que no tenemos. Por eso, quienes siguen formándose –a sus propias costas y en general en silencio– no deberían ser objeto de sospechas ni de polémicas, sino al menos de un mínimo de respeto, si no de simpatía.
Andrea Cucco
1. La reconstrucción del ejército italiano 1945-1955 / Filippo Cappellano, Andrea Crescenzi eds. – Roma, SME, 2022, p. 51.
Foto. autor (1991)