La fuerza está en los números no es sólo un lema escolar, sino una verdad estratégica: o Europa aprende a defenderse unida, o seguirá siendo una suma de debilidades.
Yo leo el Carta publicada en Difesa Online escrita por un militar en el que, gracias a su larga experiencia sobre el terreno, afirma firmemente que un ejército europeo es y seguirá siendo una utopía. Entendiendo y respetando el punto de vista del autor, decidí ofrecer una reflexión alternativa, igualmente anclada en la realidad pero con la mirada puesta en el futuro.
Es cierto:Cada soldado lleva consigo su propia identidad nacional, su propia bandera, su propio panteón de héroes. Y es igualmente verdadero que, durante las misiones internacionales, a menudo se han encontrado diferencias de enfoque, limitaciones operativas y rivalidades subterráneas. Pero esta misma experiencia demuestra que la cooperación es posible y, sobre todo, que la seguridad europea ya no puede depender únicamente de la suma caótica de los ejércitos nacionales.
El problema de la interoperabilidad es un problema estructural, que debe abordarse junto con otros para permitir la creación de una defensa. Comunidad Europea libre de las restricciones impuestas por socios externos. En la actualidad, las fuerzas armadas de los países de la UE operan más de 170 sistemas de armas principales, en comparación con aproximadamente 30 en los Estados Unidos.
Solo por ejemploEn Europa tenemos unos diez tanques de batalla principales, mientras que EE.UU. tiene uno. Esto genera ineficiencias, problemas logísticos y costes exorbitantes de mantenimiento, repuestos y entrenamiento.
La interoperabilidad sigue siendo un objetivo declarado pero no alcanzado. Los ejercicios conjuntos suelen servir para “tapar agujeros” en lugar de crear una verdadera capacidad integrada. Un ejército europeo no puede existir sin una profunda armonización de armamentos, doctrinas y lenguajes operativos. Los estados miembros de la UE gastan en conjunto más de 320 millones de euros en defensa cada año, una cifra teóricamente enorme, sólo superada por la de Estados Unidos. Pero este gasto es fragmentado, redundante y a menudo ineficaz.
De acuerdo con el Informe anual de la Agencia Europea de Defensa (EDA), aproximadamente El 70% del gasto de defensa sigue siendo puramente interno, sin ninguna coordinación ni sinergia con los demás países miembros. El resultado es una duplicación de sistemas, un desperdicio de recursos públicos y un debilitamiento de la disuasión estratégica europea.
La industria de defensa europea se encuentra entre las mejores del mundo en términos de tecnología y know-how, pero está extremadamente dispersa y es internamente competitiva. Empresas francesas, alemanas, italianas y suecas competir entre ellos, en lugar de unir fuerzas para enfrentarse a los gigantes estadounidenses, chinos o israelíes.
Proyectos como el programa FCAS (Future Combat Air System), liderado por Francia, Alemania y España, o el Sistema principal de combate terrestre (MGCS) para el tanque del futuro, demuestra que la cooperación industrial europea es posible, pero requiere visión política y confianza mutua. La falta de estándares comunes obstaculiza la competitividad y socava la soberanía tecnológica europea.
En este sentido, los recientes empresa conjunta tra Leonardo e Rheinmetall, un ejemplo virtuoso de colaboración entre dos excelencias de defensa europeas, que demuestra cómo la sinergia industrial transnacional puede fortalecer tanto la competitividad como la autonomía estratégica del continente.
Los desafíos actuales –desde las amenazas cibernéticas hasta el terrorismo, desde las guerras híbridas hasta la inestabilidad en el Mediterráneo y Europa del Este– no conocen fronteras y ningún Estado por sí solo, ni siquiera el más fuerte, puede afrontarlos eficazmente. La ilusión de la autosuficiencia estratégica nacional es hoy más utópica que la idea de una defensa común.
El ejército europeo, de hecho, no existe porque no haya habido una voluntad seria de construirlo, no porque sea conceptualmente imposible.. La Unión ha avanzado: de la PESCO a los grupos de combate, del FED (Fondo Europeo de Defensa) a la Agencia Europea de Defensa. Pero todo sigue siendo frágil e incoherente porque falta voluntad política, no unidad.
La amalgama se construye: como ocurrió en la posguerra cuando antiguos enemigos se transformaron en aliados en la OTAN, o como se puede ver hoy en las escuelas de formación conjuntas, en los cursos entre fuerzas, en las academias europeas.
La identidad europea no se da de una vez por todas, sino que se crea con el tiempo. Los símbolos comunes –la Oda a la Alegría, la bandera de Estados Unidos– todavía no evocan la misma emoción que el himno nacional, por supuesto. Pero ¿cuántos soldados italianos sintieron ese escalofrío en 1862, pocos meses después de la unificación? La nación se construyó con dificultad, entre divisiones y desconfianza, y hoy la defensa de Italia es impensable sin la contribución de las tropas alpinas, los bersaglieri, los marineros y los aviadores llegados de todas las regiones. ¿Por qué debería ser diferente en Europa?
La defensa común no significa eliminar las fuerzas armadas nacionales, sino conectar capacidades, estándares, comandos, logística, para formar una verdadera marco Europeo. Es una necesidad, no un lujo. Estados Unidos sólo tiene un Pentágono. Tenemos 1 ministerios de defensa, 27 presupuestos, 27 sistemas de obtención A menudo redundante. Un único avión de combate europeo de quinta generación en lugar de tres programas nacionales diferentes significaría menos gasto, más interoperabilidad y más eficacia.
El futuro no pasa por la fusión de los ejércitos nacionales en un coloso burocrático e impersonal, sino por la construcción progresiva de un núcleo duro de capacidades compartidas:comandos integrados permanentes, logística única, inteligencia común, Adquisiciones europeas, normas operativas vinculantes.
Renunciar a la construcción de un ejército europeo porque hoy carecemos de un lenguaje común, una memoria compartida y un mando unificado significa condenar a Europa a la irrelevancia estratégica.
Es cierto, hoy no estamos preparados. Pero nunca lo seremos si no empezamos. Como ocurre con todo desafío histórico, debemos tener el coraje de iniciar algo que tal vez no se completará en nuestra generación, pero que es indispensable para las generaciones futuras.
Por eso, con el debido respeto, digo: el ejército europeo no es un espejismo. Es un El sitio de construcción aún está abierto. Pero es la única manera de lograrlo. soberanía europea vera.