La reciente detención de Mohammad Abedini Najafabadi en el aeropuerto de Malpensa y la detención del periodista italiano Cecilia Sala en Irán plantean interrogantes sobre una probable interconexión entre ambos acontecimientos, insertos en un complejo marco geopolítico. La dinámica de estos acontecimientos suscita reflexiones sobre el inestable equilibrio entre la justicia internacional, la diplomacia y las estrategias políticas.
Mohammad Abedini Najafabadi, ciudadano iraní de 38 años, fue bloqueado en Malpensa el 16 de diciembre a petición de la justicia estadounidense. Acusado de haber exportado ilegalmente componentes electrónicos de Estados Unidos a Irán, en violación de las leyes de sanciones, Abedini también habría proporcionado apoyo material a la Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, organización considerada terrorista por EE.UU. Esta acusación incluye supuestos vínculos con el ataque con drones que provocó el Muerte de tres soldados estadounidenses en Jordania..
El arresto representa un paso significativo en la estrategia estadounidense para contrarrestar las actividades militares y tecnológicas iraníes. El componente geopolítico emerge claramente: Irán está constantemente bajo presión por su programa nuclear y su papel desestabilizador en la región de Medio Oriente.
Unos días después del arresto de Abedini, Cecilia Sala, una periodista italiana conocida por sus investigaciones sobre conflictos globales, fue arrestada en Irán y trasladada a la prisión de Evin, tristemente famosa por su trato a los presos políticos. La coincidencia temporal entre ambos acontecimientos suscita sospechas legítimas sobre un posible vínculo causal. No es la primera vez que Teherán utiliza a ciudadanos extranjeros como peones en el contexto de sus relaciones diplomáticas..
Aunque las autoridades italianas han subrayado laausencia de conexiones oficiales entre los dos episodios, no podían hacer otra cosa, el contexto geopolítico hace plausible la hipótesis de que Teherán esté utilizando el caso Sala instrumento para ejercer presión sobre Italia e, indirectamente, sobre Estados Unidos.
En este contexto, Irán busca consolidar su papel como actor que no cede ante la presión occidental, utilizando tácticas ya observadas en el pasado. Los cargos contra Abedini representan una amenaza directa a las capacidades tecnológicas iraníes, por lo que Teherán podría percibir su arresto como un acto hostil no sólo por parte de Estados Unidos, sino también de Italia.
Italia se encuentra en una situación delicada. Por un lado, debe respetar las obligaciones derivadas de la cooperación internacional con Estados Unidos; por otro lado, debe gestionar las consecuencias de esta colaboración en las relaciones bilaterales con Irán. El caso Sala, seguido con la máxima discreción por la Farnesina, representa un desafío crucial para la diplomacia italiana.
La política de rehenes no es una práctica nueva; casos similares han ocurrido en el pasado. En 2022, el blogger de viajes alessia piperno Estuvo detenida durante más de un mes en Irán, presumiblemente como respuesta indirecta a la presión internacional. Incluso antes, el caso del ciudadano británico-iraní Nazanin Zaghari-Ratcliffe destacó cómo Teherán utiliza a menudo este tipo de detenciones como herramienta de negociación, vinculando la liberación de los detenidos a demandas específicas, como el levantamiento de sanciones o la liberación de activos congelados.
En los últimos años, varios países occidentales se han enfrentado a situaciones similares. En 2019, Irán arrestó Michael White, un veterano de la Marina estadounidense, usándolo como peón de negociación para obtener concesiones de Estados Unidos. Incluso en ese caso, la liberación se produjo sólo después de intensas negociaciones.
Asimismo, China ha adoptado estrategias similares, como en el caso de la detención de dos ciudadanos canadienses, Michael Kovrig e Michael Spavor, en respuesta a la detención de Meng Wanzhou, ejecutivo de Huawei, en Canadá a pedido de Estados Unidos.
Para Italia, es un campo de pruebas para demostrar su capacidad diplomática y su compromiso con la protección de los derechos humanos, sin comprometer su papel estratégico en la escena global, en un clima de tensiones crecientes que caracteriza las relaciones internacionales.
El daño económico resultante de las tensiones con Irán
El embargo y las sanciones contra Irán han infligido daños importantes a la economía italiana, acentuando la complejidad de las relaciones bilaterales. En particular:
- El comercio bilateral disminuye - Sectores como la maquinaria, la química y los bienes de consumo han sufrido un desplome de sus exportaciones, pasando de unos 1,7 millones de euros en 2017 a valores significativamente inferiores en los años siguientes.
- sector energético - Italia, que alguna vez fue un importante importador de petróleo iraní, ha tenido que buscar proveedores alternativos a costos más altos.
- proyectos industriales y de infraestructura interrumpidos - Las grandes empresas italianas, como ENI, han abandonado importantes inversiones en el sector petrolero iraní. También se han suspendido las colaboraciones en los sectores de la automoción y el ferrocarril.
- dificultades bancarias - Las restricciones a las transacciones financieras han obstaculizado el comercio, bloqueando pagos y créditos.
- efectos en las PYMES - Las pequeñas y medianas empresas italianas, activas en sectores como la moda, la agroalimentación y el mueble, han perdido un mercado importante y receptivo.
Este daño económico agrava aún más la posición italiana, que se ve obligada a equilibrar la presión de Estados Unidos con la necesidad de preservar los intereses económicos y estratégicos en una zona crucial como es Oriente Medio.