Libia: la tregua de Ginebra no detiene el conflicto

(Para filipo del monte)
26/10/20

La firma del alto el fuego en Libia en Ginebra no pone fin al conflicto, pero abre una nueva etapa. De hecho, todavía no podemos hablar de estabilización o normalización de la situación en la antigua colonia italiana que ha entrado en guerra civil desde 2011.

Sin embargo, los escenarios que surgen, netos de las conversaciones de paz que comenzarán en Túnez en los primeros diez días de noviembre, siguen siendo irregulares, ya que la lucha por la sucesión de Sarraj y por obtener importantes restos de poder en el futuro ejecutivo unitario libio ya es empezado.

Los protagonistas de este enfrentamiento clandestino son el presidente del Parlamento de Tobruk Aguila Saleh Issa, el ministro del Interior de Trípoli, Fathi Bashagha, y el viceprimer ministro de Trípoli, Ahmed Maiteg. Sobre el primero pesa la espada de Damocles de la presencia debilitada pero aún fundamental en el mantenimiento del equilibrio en Cirenaica del Mariscal Khalifa Haftar, acérrimo enemigo de Sarraj y de las instancias de Trípoli que permanece encaramado en armas en la "media luna" Sirte-Al Jufra esperando los hechos ; el segundo es codazos para fortalecer su posición en Trípoli y, más en general, como interlocutor internacional, pero sus vínculos con las milicias de la Measurat (escépticos sobre la efectividad de los acuerdos de Ginebra) y la hostilidad de Sarraj hacia él son su debilidades; Maiteg es quien más en esta fase se ha comprometido a llegar a una tregua con su homólogo cirenaico firmando un acuerdo ambiguo con Haftar sobre la reapertura de los pozos petroleros y la reanudación de la producción que aún parece mantenerse y haber obtenido los resultados deseados.

A pesar del alto el fuego en vigor, la situación en Libia no es tranquila: la maleza político-militar del país --alimentada por pequeñas milicias, bandas criminales armadas y ràs locales que luchan por el control directo del territorio-- en los últimos días ha animado a la jornadas de negociaciones con tiroteos en las principales ciudades no solo por el ajuste de cuentas relacionadas con el control de las raquetas ilegales, sino también por temas de cercana actualidad política como los cambios abruptos en el equilibrio de poder que podría generar la tregua (y que en parte ha ya generado). Por no hablar del peligro militar -y el consecuente problema político- que representan las milicias de Fezzan, una provincia del sur de Libia que literalmente se sumió en la anarquía durante el conflicto y el último centro de reunión de guerrilleros vinculados al ISIS o grupos radicales islamistas menores. Una cuestión que de Fezzan es inseparable de la gestión del tráfico transfronterizo de drogas, armas y seres humanos (v.link) que la diplomacia internacional no parece querer afrontar, por el momento, pero de la que depende en parte el destino de la tregua, dado que la estabilización del Fezzan pasa por la de la porosa frontera sur.

Pero la cuestión "interna" no es la única cuestión militar en el plato: dentro de tres meses, según los sherpas de la ONU que participan en las negociaciones, todas las milicias extranjeras y tropas regulares extranjeras (incluidas las turcas) deberían abandonar Libia, pero permanecer el problema de nombrar un "controlador" creíble - y un tira y afloja al respecto ya está en marcha entre Rusia y Turquía - para implementar y verificar el abandono real del campo por parte de los miles de mercenarios sirios a sueldo de los turcos que han apoyado con sus Kalashnikovs, el tembloroso ejecutivo de Trípoli y los dioses contratistas Rusos enviados por el Kremlin para apoyar a Haftar.

En este sentido, el presidente turco Erdogan ya se ha puesto manos a la obra, después de que el ministro de Defensa de Trípoli se declarara escéptico sobre la efectividad real de los mecanismos de "desmovilización" preparados por la ONU, especialmente en lo que respecta a fuerzas más estructuradas como las milicias sirias. y los mercenarios rusos. En particular, surgen dudas sobre la fórmula legal (y por tanto sobre la opción política) que se adoptará para devolver estos elementos a la patria, con una especie de salvoconducto.

En resumen, la tregua de Ginebra ha planteado cuestiones que no pueden responderse en breve y que no disipan la nube de caos sobre la cuestión libia. Para citar a la representante de Naciones Unidas que sigue las negociaciones, Stephanie Williams (sobre cuya conducta el canciller ruso Sergej Lavrov expresó sus reservas) el camino por delante de la paz "será duro y difícil" y, esta vez para citar el El estadista italiano Antonio Salandra, razonando siguiendo el "sagrado egoísmo" de Roma, será necesario entender qué elecciones tomar para volver a contar realmente y será difícil teniendo en cuenta que fuentes diplomáticas italianas ya han subrayado que tendremos que codearnos para sentarnos en la mesa de negociaciones.

Fue entonces cuando Italia hasta hace poco era el árbitro de la situación libia.

Foto de : UNMAS