Israel, el tiempo de los jueces

(Para Gino Lanzara)
28/03/23

Israel, que por una vez queda en un segundo plano, pero no muy lejos, sería imposible de todos modos, tsahal (las fuerzas armadas, ed) y Gaza, encuentra motivo de confrontación en una controvertida reforma judicial impulsada por el Primer Ministro Netanyahu. En lo que podría parecer una aparente paradoja, lo que está pasando acerca a Tel Aviv a Europa de lo que parece.

La recurrencia de elecciones y ejecutivos de distintos colores, más allá de las consideraciones obvias sobre las consecuencias por la continua falta de la indispensable estabilidad, se opone a la imagen habitual de un Medio Oriente caracterizado por la represión violenta de cualquier disidencia o incumplimiento por parte de los más preceptos morales o religiosos comunes y generalizados que, como era de esperar, han ensangrentado las calles de Teherán y las principales ciudades santas de Irán durante meses.

Nos guste o no, con todos los defectos innegables que sufre Israel, la dialéctica política sigue los paradigmas occidentales.: el país se declara en huelga, se manifiesta, expresa su descontento con una reforma que, de hecho, trae consigo demasiadas incógnitas. El disenso también se ha extendido dentro del ejecutivo, lo que ha llevado al primer ministro a dimitir al ministro de defensa, quizás no indebidamente preocupado por un debate público que, precisamente debido a la fisiología política israelí, no puede dejar de involucrar incluso a aquellos que visten uno de los uniformes más desafiantes en el mundo. Pero una vez dimitido el ministro, quedó el nuevo jefe del Estado Mayor, Halevi, quien, como su igual, como soldado leal a la patria ya la bandera, llamó a todos al más estricto sentido de la responsabilidad.

Inútil e infantil esconderse detrás de un dedo: más de un país está mirando a Jerusalén con la esperanza de una crisis social devastadora capaz, potencialmente, de tener éxito desde adentro donde militares mejor armados y superados en número y ejércitos a través de las fronteras han fallado sistemáticamente. Pero Israel, por su naturaleza, se basa en alquimias y compensaciones muy delicadas que, desequilibradas, conducirían a una profunda crisis de los poderes del Estado.

Es innegable que el sufrimiento institucional está repercutiendo en todos los aspectos institucionales, en la economía que podría perder sus preciados unicornios, en la cohesión interna.

De gran y noble importancia es la figura del presidente Herzog, dispuesto a arriesgar credibilidad y peso político por un país difícil, complejo, pero nunca tan necesario para la estabilidad política de la cuenca mediterránea.

Seamos honestos, hijos de un Occidente acostumbrado al compromiso ya la imposible convergencia de líneas paralelas, lo que sucede no tan lejos nos desplaza. Por eso, a pesar de un momento tan dramático, seguimos apostando por el espíritu de un pueblo que, en su ADN, tiene el gen de la testarudez y del saber reaccionar ante cualquier adversidad. Lo demostraron en el pasado, lo están demostrando ahora no con retórica vacía sino con una dialéctica viva y atractiva.