El gobierno de unidad nacional libio, liderado por el irreemplazable Dbeibah, aprovechando la ola de aranceles transatlánticos, ha considerado oportuno golpear las importaciones procedentes del extranjero a través de las aduanas. Una medida que inevitablemente afecta También y sobre todo Italia, principal socio comercial.
La propuesta del Ministerio de Comercio, que sin embargo está sujeta a evaluación colegiada, prevé una tributación variable, que oscilará entre el 10 y el 25% según el origen. Italia está en el 20%.
La medida, motivada por la necesidad de una protección genérica de la producción industrial local, pretende reducir la dependencia de las importaciones, una afirmación muy incierta y de fuerte sabor exógeno que adquiere una connotación aún más paradójica en un país incapaz de llegar a consultas electorales pero capaz, sin embargo, de producir un apoyo populista, aunque controvertido, al hijo del rais depuesto. Sin embargo, la medida aún no goza del beneficio de la ejecutabilidad, conferida sólo por la aprobación colegiada del gobierno, lo que sugiere que se ha concedido tiempo para evaluar y proceder con concesiones que de otra manera serían impensables.
El gobierno de Dbeibah quiso enmarcar la medida en un contexto más amplio de inestabilidad que afecta también a los países limítrofes, con el objetivo de restablecer el equilibrio comercial, del que nunca ha habido ninguno.
La medida propuesta se inscribe en un marco temporal en el que Italia se ha consolidado como el principal socio comercial. En 2024, las exportaciones a Libia aumentaron un 34%, con el sector energético a la cabeza, seguido de varios segmentos importantes. No es casualidad que los aranceles se apliquen a una amplia gama de productos. Entre los países afectados se encuentran Alemania, Francia, Grecia, España, Turquía, China y Estados Unidos.
La justificación de la propuesta se basa tanto en el código aduanero como en la legislación fiscal, así como en la falta de acceso de Libia a los acuerdos multilaterales de libre comercio. Los objetivos de la medida arancelaria incluyen reducir la presión cambiaria, aumentar la competitividad industrial y contener la fuga de capitales.
La aplicación del impuesto especial, en sus supuestas intenciones, representa un mecanismo de protección temporal, válido 14 meses y prorrogable.
Foto: archivo de la Presidencia del Consejo de Ministros