Bombas y diplomacia. El crédito de Moscú en la crisis siria

(Para Giampiero Venturi)
29/11/15

Las cartas del juego de póquer jugado en Siria están cada vez menos cubiertas. Los eventos de la última semana han significado un importante paso adelante para la identificación de los escenarios que presenciaremos en un futuro próximo.

A partir del evento macroscópico del derribo del Sukhoi ruso en la frontera turco-siria, el dato para reflexionar es la falta de reacción militar de Moscú. El temido riesgo de escalada militar entre Rusia y un país miembro de la OTAN no se ha materializado.

Era de esperar por al menos dos razones:

  • no hubo requisitos mínimos para una participación prolongada

  • Rusia habría logrado mucho más por la falta de respuesta que por cualquier represalia militar.

Respecto al primer punto partimos del hecho de que según el art. 4 del Tratado, la Alianza ofrece una consulta inmediata en caso de amenaza territorial para un Estado miembro. Hubo la consulta pero la amenaza, incluso buscándola, no vimos la sombra. Incluso una posible respuesta rusa contra las instalaciones militares turcas no habría significado automáticamente un ataque (y por lo tanto la participación de los otros países de la OTAN en virtud del art.5) por el simple hecho de que Turquía abrió fuego primero sobre la base de Un paso fronterizo por demostrar.

En este sentido, cabe señalar que la disputa sobre la violación real del espacio aéreo de los Sukhoi rusos, así como la vergüenza de los aliados, se vuelve contra Turquía. El tema que hace que la posición de Ankara sea incómoda es la elección de prioridades sobre el objetivo declarado de combatir el terrorismo. Incluso si la Fuerza Aérea Rusa opera por su cuenta sin compartir objetivos y planes de vuelo con otros jugadores en el área, la defensa armada contra un operador que no está dispuesto a ofender no parece ser consistente con las declaraciones oficiales. Por lo tanto, es probable que Turquía luchará contra el terrorismo (los kurdos del PKK) pero no contra el islamista.

Ya hemos hablado varias veces en esta columna sobre las verdaderas intenciones y el posicionamiento ambiguo de Turquía. Vale la pena señalar las repercusiones diplomáticas que dan a Rusia una gran victoria política.

El hecho de que Putin no tome represalias disminuye la idea de una Rusia devastada por la guerra en la opinión pública, tal como lo describe el tambor de los medios estadounidenses, especialmente después de la escalada de la crisis ucraniana. Aclara o al menos cambia el enfoque sobre el papel real desempeñado por Turquía en la guerra contra el Estado Islámico y, por extensión, obliga a los Estados Unidos a una convergencia más clara. Sobre todo, las modalidades del asesinato del piloto de caza-bombardero obligan a todos los sujetos involucrados en el teatro sirio a tomar una posición menos sibillina con respecto a los suministros a las milicias y los grupos armados locales.

Sin embargo, el mayor resultado obtenido por el Kremlin es esencialmente diplomático. La falta de represalias militares rusas garantiza a Putin el crédito que se debe cobrar en otros frentes, en particular el de las sanciones relacionadas con la crisis en Ucrania. Si los Estados Unidos se fijaron el objetivo estratégico de unir Europa contra el oso ruso, todo esto va exactamente en la dirección opuesta. Según lo argumentado por el politólogo Luttwack (lejos de la admiración del presidente Putin), la disposición mostrada por Rusia y su compromiso militar efectivo en el Medio Oriente hará que sea muy difícil seguir demonizándolo. El flirteo militar en curso con Francia sobre el bombardeo de Siria en este sentido ya representa una revolución importante para las estructuras militares tradicionales de Occidente.

En otras palabras, la "cuestión turca" es una excelente oportunidad para el Kremlin y no un problema importante. Todos los actos que le pertenecen tienen un valor más simbólico que estratégico.

Es válido para la negativa de Putin a reunirse con Erdogan, para la convocatoria del embajador, para la exacerbación del régimen aduanero y comercial, para la destitución del secretario naval en Estambul. También se aplica a la retirada de Moscú de BLACKSEAFOR según lo anunciado por el almirante Komoyedov. El grupo de cooperación naval establecido en 2001 entre los países que bordean el Mar Negro, dadas las relaciones de Moscú con Georgia y Ucrania, ya tenía un valor muy relativo.

La figura que más surge del juego actual en Siria es la sacudida al equilibrio entre las naciones por la forma en que estamos acostumbrados a considerarlas. No sabemos el momento de la reorganización o el reposicionamiento real.

La verdadera lección geopolítica que se extrae de ella es que después de la crisis siria, especialmente en Europa, nada será como antes.

(foto: Tass / Türk Hava Kuvvetleri)