De "Charlie no surfea" a "je suis Charlie"

(Para Giampiero Venturi)
03/04/15

Coppola no es un sombrero sino un director. El director de Apocalipsis ahora, no Pierino al rescate. En el imaginario colectivo, es la película más conocida sobre Vietnam. Tan conocido que muchos dicen haberlo visto aunque no sea cierto. A menudo nos limitamos al "pappa-papparapappa ..." imitando a las Valquirias de Wagner que acompañaron a los helicópteros Huey para atacar una aldea vietnamita.

Hablamos de muchas cosas sin saberlas, es un poco el hilo conductor de nuestro tiempo. Los que dicen gato pero no lo tienen en la bolsa, los que critican sin leer, los que leen sin criticar, los que dan conferencias, los que confunden ... 

El hecho es que el destino ha creado dos Charlies: uno pronunciado en inglés con acento en a y otro en francés con dulce ch y acento en i. El primero fue el código estadounidense para la C de Cong, que más tarde se convirtió en el apodo del Vietcong en general; el segundo representa a todos aquellos que en las redes sociales hablan de liberarse de la masacre de los caricaturistas en París en adelante. Je suis Charlie. Siempre se trata de disparos y muerte. Burlarse de la historia. Un nombre, muchas lágrimas.

El viejo Charlie nació de la solidaria arrogancia convertida en mito gracias a la brillante locura de Robert Duvall como coronel Kilgore. El nuevo Charlie es algo completamente diferente: un nombre, una agencia, un fenómeno viral del que se abusa.

En el triste Charlie de Vietnam había una locura lenta, sin fondo. La huella de una guerra enferma, destinada a durar para siempre. El dolor y el horror a lo largo de los años se han convertido en épica, historia, memoria. Gracias al director de coppola, digimos y metabolizamos emitiendo un juicio educativo fuerte e inapelable. 

Cualquiera que sea la razón para usar un Je suis o un Je ne suis pas Charlie, hoy todo parece más rápido. Es más fácil conectarse y desconectarse, presa de una paranoia envolvente de participación. Más fácil de averiguar y dibujar aquí y allá, estando en la pieza de indignación genérica que mezcla golpe y culpa, culpa y explosión y sobre todo hace una antología de la nada. El 90% de los que hablaron de Charlie Hebdo lo hicieron tonterías y en cualquier caso hoy ya lo han olvidado.

El horror en Indochina tenía algo de romántico, triste, poético. En 40 años, Vietnam se ha convertido en un capítulo tallado en el tiempo. Es difícil imaginar que la violencia actual siga siendo un rastro. Todo está fragmentado, reducido a momentos, a átomos. Sin ataduras no hay memoria y sin recuerdos no hay historias. Los hechos y los gritos se describen, analizan, exprimen y luego desechan para siempre. Vendrán otros y otros, siempre diferentes, siempre iguales.

Saigón cayó en abril del 75. Los ejércitos norvietnamitas saldaron cuentas con el colaboracionista Sur, amigo de los estadounidenses. A pesar del nombre oficial de Ciudad Ho Chi Minh, para los amigos la ciudad sigue siendo Saigón. La ironía de la historia es que en Thi Sac, en la zona del río, hay un basurero que recuerda a la película de Coppola: Apocalypse Now. Los vietnamitas aprendieron a hacer negocios en ese entonces. Entre bidones de gasolina y alambre de púas, en una pared hay una tabla con las palabras Charlie don't surf, frase simbólica de una película épica. El mal se exorciza, porque se recuerda.

Hoy el mal, dondequiera que esté, no deja secuelas. Cree una ola de reacciones que las multitudes puedan navegar en masa, pero solo brevemente. Todo se mastica, todo se digiere antes de ser engullido por la máquina mediática que propondrá otros hechos, otros dramas otros Charlie.

El dolor de hoy carece de clase y estilo. No hay tiempo para ninguno. Hablamos mucho pero por un rato. La guerra también tiene prisa. Se acabó el juego y empezamos de nuevo.

El mármol de las lápidas sigue siendo, por definición, siempre el mismo a lo largo del tiempo. Delante de eso, como sea que lo pienses, quítate el sombrero. De hecho, el Coppola.

Han pasado 40 años desde el final de la guerra de Vietnam. Je suis o Je ne suis pas Charlie. Charlie navega o no navega. Quizás en esto, realmente no hay diferencia.

Giampiero Venturi

(en la apertura, un fotograma tomado de Apocalipsis ahora)