No son los Presidentes para cambiar a América. América cambia sus presidentes

(Para Giampiero Venturi)
28/11/16

Obtenemos nuestras ideas de la elección de Trump, pero el concepto se extiende a toda la historia reciente de Estados Unidos. El análisis y los debates postelectorales a menudo se centran en "lo que va a suceder en el futuro próximo", para resaltar los movimientos del presidente recién elegido y el futuro nacional. En el contexto actual, las preguntas surgen predominantemente, pues la imprevista elección de Trump pronostica un cambio importante, sin duda tanto en la política nacional como en la exterior. Un enfoque más nos lleva a asumir si la llegada de un presidente, rompiendo definitivamente con la administración anterior, trae un restyling poderoso o, a cambio, es un cambio de electorado, demandado desde hace siglos.

En otras palabras, ¿Trump va a cambiar el país o está aumentando predominantemente el descontento de los estadounidenses desde hace mucho tiempo? En un sistema presidencial sólido, donde el jefe de estado es también el jefe de gobierno y asume el papel de un monarca absoluto (especialmente si se combina con un Congreso favorable), está claro que todas las acciones del mandato van a ser blanco de sus "movimientos".

Solo para citar algunos ejemplos: era lo mismo para Kennedy; Reagan, padre del gran regreso de los Estados Unidos, después de los silenciosos '70s; Ha sido así para Obama, el primer presidente afroamericano, que aboga por la ruptura de mil tabúes.
 

De hecho, todos y cada uno de los presidentes provienen de la investidura popular tomando conciencia durante toda la administración anterior. Esto es cierto, especialmente si el presidente saliente ha recibido un mandato doble, lo que aumenta las posibilidades de una reversión aceptable del estado de cosas del electorado. Éste desconoce las virtudes y aciertos de la administración: es una necesidad ineludible de un reemplazo vinculante a los tiempos cambiantes. Por ejemplo, Churchill llevó al Reino Unido a la victoria en la Segunda Guerra Mundial, pero poco después fue descartado. Una vez más, Kennedy interpretó más como el símbolo carismático de una nueva generación, lista para pasar del General Eisenhower al Beat de los 60. Lo mismo para Reagan, exhumar a Estados Unidos de las cenizas de Vietnam, Watergate, la mala impresión en Irán y su depresión económica e identidad de los 70.
 

En nuestro tiempo esta historia no cambia. Obama cambió la América del presidente Bush, montando entornos e instancias de presión liberal, madurado en 8 años de "republicanismo" radical. Ahora que le toca a Trump, no es tan difícil imaginar que esos mismos problemas ya no representan el corazón interno de un país nervioso y decepcionado. Si Obama fue la encarnación de la venganza de un lado cultural, étnico, religioso e ideal que rompió todo conservadurismo político estadounidense, decenas de millones de estadounidenses, que permanecieron sin voz durante mucho tiempo, han sido el viento que ha llevado a Trump al umbral de la Casa Blanca.

Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo, hay una mayoría demográfica en los Estados formada por blancos, cristianos y heterosexuales, con derecho a opinión y sobre todo a libre acceso al voto. Este asunto no se puede discutir. Se podría decir "los tiempos cambian" y es así, definitivamente. Trump no introducirá algún tipo de novedad entonces, pero fue un Estados Unidos que se hartó de ciertos círculos para pedirlo. Eso solo lo toca, puede ser contingencia, destino o incluso habilidades. Intentar romper el cascarón del pensamiento universal estructurado en el lugar más común de la corrección política, no fue una tarea fácil y con toda honestidad, tomó el carácter adecuado. Ahora veremos, sabiendo que "lo que se puede esperar de Trump" en realidad se convierte en "lo que se puede esperar de Estados Unidos que lo eligió".

El eje de análisis sigue esta materia. Si tanto Hillary Clinton como los inteligentes no han logrado capturar, el pulso más profundo del país, ¿está pasando lo mismo en Occidente?

Lo que Estados Unidos va a ser a través de las elecciones del nuevo presidente, es equivalente a lo que han murmurado en los últimos años por la obra del profundo desprendimiento de Obama. ¿Es equivalente a Europa? Según las respuestas de las votaciones de los últimos años, en varios países europeos, la respuesta es absolutamente "sí". Mientras que los lobbies en el poder en Washington, pasaron de una base social agrandada (salvo los baluartes liberales, ahora a espaldas minoritarias), aunque en Europa es cierto que el poder político-burocrático no está a la altura del descontento de la comunidad local.
 

La "simplicidad" institucional estadounidense, sin embargo, garantizó un cambio, confirmando que una gran forma de democracia directa representa a Estados Unidos. ¿Será equivalente a Europa?

La idea es interesante y nos invita a considerar: no debemos preguntarnos cuál será el resultado en la presidencia de Trump, sino qué sucederá con el mundo del que depende Estados Unidos, directa o indirectamente. Los europeos, mimados por medio siglo de delegaciones culturales, políticas o ideológicas, ¿somos todavía capaces de decidir sobre nuestro futuro?

Los europeos aplastados por la onda larga estadounidense, nos complacimos en cada paso, desde la era McCarthy de los años 50 hasta la última década “gayfriendly”, ¿cómo actuaremos en consecuencia a la elección de Trump? ¿Nos volveremos locos en un cortocircuito entre las personas e instituciones que no representan o actuaremos como mascotas reposicionadas frente al amo?
 

Será interesante, en este sentido, escuchar el lenguaje político de las administraciones liberales incrustadas por el poder abrumador de Washington, que entre otros pecados ha tenido sobre todo el de ser creído inmortal y amado por todos.
 

¡Abierto durante al menos cinco años, entonces!

(traducido por Maria Grazia Bellarte)