Siria en llamas: sin claridad, sin paz.

(Para Giampiero Venturi)
02/10/15

Muchos analistas comprimidos en las limitaciones atlánticas insisten en la dudosa utilidad de la intervención rusa en Siria, temiendo un agravamiento del conflicto. Algunos de ellos hipotetizan escenarios sugerentes, como leer en el atentado ruso un intento desesperado de resurgir en perspectivas globales.

Por otro lado, los periódicos progresistas muchas veces condicionados por los automatismos del Tercer Mundo terminan defendiendo la política de Putin, hasta ayer considerado el enemigo reaccionario homófobo de los derechos humanos. Ni siquiera el encanto afroamericano de la administración estadounidense pudo evitar una postura (parcial) a favor de las redadas rusas.

Vayamos paso a paso.

Lo único que la política rusa parece haber desestabilizado hasta ahora es precisamente los analistas. Comenzando con Luttwack, campeón de América purista, que en marzo 2015 previó el fin de la "parábola política zar" y en junio pidiendo para combatir Isis con un verdadero ejército.Confusión tras confusión, la mezcolanza siria no parece ligada sólo a la precariedad del equilibrio militar, sino a las intenciones reales de los sujetos en el terreno.

Este no es el lugar para debatir sobre Isis, en cuyo enigmático Difesa Online ha regresado varias veces. Quisiéramos enfatizar más bien cómo una Siria unida y pacificada es incompatible con la presencia de fuerzas sobre el terreno en un conflicto armado.

Las incursiones rusas golpearon oficialmente a las fuerzas yihadistas. Esto es informado por Konashenkov, un portavoz del Ministerio de Defensa ruso y lo confirma Al Jazeera que cita bombardeos en Qaryatain, una ciudad ocupada por Isis. El Kremlin, muy atento a la comunicación, no pierde ocasión para recordar que las redadas fueron solicitados por el gobierno de Damasco, hasta que se demuestre lo contrario legitimado por las elecciones y reconocido internacionalmente.

No es difícil entender que Moscú, lejos de ser inmolada en una cruzada moral, persiga sus intereses geopolíticos en el Medio Oriente. Sin embargo, es igualmente fácil considerar que sus intereses coinciden con él statu quo antes de la guerra en Siria, cuando el ESL (Ejército Libre de Siria) no existía y la financiación de los Estados Unidos aún no alimentaba a la plétora de milicias destinadas a derrocar al gobierno de Damasco.

El hecho de que Estados Unidos se niegue a ser coordinado con Moscú y de que se le ordena no atacar a milicias rebeldes que no sean Isis, sino que sea hostil a Assad, lo dice todo.

Está claro que si no juegas cartas descubiertas vinculando las acciones a sus objetivos, llegar a la cabeza de la crisis se vuelve imposible. En este sentido, las propias Naciones Unidas, por voz del Secretario General, se han autocriticado, mostrando toda la vergüenza por cuatro años de guerra civil sin orden. La exhortación implícita de Ban ki-moon es clara: identificar las prioridades actuales para llegar a la cabeza de la cuestión siria.

El trabajo de Estados Unidos, en efecto avalado por las últimas declaraciones de Obama, se ha resuelto hasta ahora en el suministro de armas y entrenamiento a grupos rebeldes de dudosa fiabilidad política, cuyo único mandato (cuando no es la yihad global) es revertir la Presidencia de Assad. Lo mismo hacen Turquía y Arabia Saudita, madrinas de Jaish Al Fatah, la milicia sunita activa en el noroeste contra el ejército del gobierno.

Si, como confirma Hollande, el socialista está listo para enviar elArmée de l'air en Medio Oriente (Chirac no lo hizo en el 2003 en Iraq), el problema es simplemente Assad, por lo que debe hacerse algunas preguntas.

Assad debe ser eliminado en virtud de la represión interna, inaceptable para los estómagos occidentales. Si es así, debe recordarse que Assad está a cargo del 2000. ¿Por qué ahora?

Si el objetivo era satisfacer el Islam sunita (sobre todo la monarquía del Golfo) para poner a los chiítas chiítas en la esquina, sería diferente. La pregunta humanitaria, como suele suceder, solo sería un paraguas.

En cualquier caso, ¿quién o qué establece el comienzo y el final de un sistema político? ¿Quién tiene el termómetro de su democracia?

Intervenir militarmente en un país soberano que no ha pedido ayuda si es legítimo detener un genocidio, ¿es también para defenestrar a un presidente?

Los principios éticos que la administración Obama pretende representar a la sombra de un Nobel preventivo, se suman a la función moralizadora que ha jugado Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial pero que quizás debería actualizarse. 

Queda por demostrar que armar y defender a los rebeldes en el gobierno de Damasco es la mejor manera de pacificar a Siria, como se ha dicho repetidamente. La balcanización de Siria, ilustrada como irreversible por analistas del calibre, probablemente no se resuelva al continuar flanqueando a los sujetos en guerra abierta entre ellos. La historia ya lo ha demostrado en detrimento de los estadounidenses en Afganistán, en la ex Yugoslavia y recientemente en Libia.

Contener la creciente inestabilidad entre Siria, Irak y el lado árabe del Mediterráneo preocupa a todos. La cuestión de Assad es principalmente un asunto de los sirios y, en cualquier caso, ante el horror de la nada, parece el asunto menos urgente.