En el contexto de la disputa sobre las Islas Kuriles, el diálogo entre Rusia y Japón comienza de nuevo

(Para Giampiero Venturi)
15/12/16

La reunión entre el presidente Putin y el primer ministro Abe en la ciudad de Nagato en Japón, resume el buen momento de las relaciones entre Moscú y Tokio. En el fondo, el problema atávico de Curili, una franja aparentemente inútil de islas estériles (que recuerda a Islandia, nda) que une la península de Kamchatka al archipiélago del Sol Naciente.

La diatriba ha durado casi 150 años, con la soberanía aprobada definitivamente con el final de la Segunda Guerra Mundial y la capitulación de Japón a la entonces Unión Soviética.

En los últimos años 70, la pregunta ha permanecido abierta, ya que Tokio ha reclamado repetidamente la posesión de al menos una parte de las islas (las cuatro más cercanas a Japón, para ser exactas Kunashir, Habomai, Shikotan e Iturup).

Rusia viceversa siempre ha considerado a Curili como parte de su territorio y de gran importancia estratégica, ya que permiten el control del puerto de Vladivostok sin tener que cruzar el estrecho entre las dos Coreas y Japón.

Las islas, volcánicas y escasamente habitadas (almas 20.000 en total), son el escenario de frecuentes ejercicios militares pero no solo: en mayo, los rusos planearon 2016 para construir una base aérea en la isla de Matua, una de las más pequeñas del mundo. Archipiélago pero posicionado en el centro, puerta de entrada perfecta al Mar de Ojotsk. La base aérea sería esencial para extender el alcance estratégico de las fuerzas aéreas de Moscú, en una lógica geopolítica vinculada al Pacífico.

¿Qué tan buena señal de vecindad, antes de reunirse con Putin-Abe, Japón publicó su "reducción" de sus reivindicaciones territoriales por limitarlas únicamente a las islas de Habomai y Shikotan; en respuesta, el Kremlin no se ha endurecido, dejando un vago resplandor abierto.

La disputa sobre la soberanía está enmarcada en un diseño geopolítico más amplio donde Rusia y Japón no parecen estar destinados a ser enemigos eternos. En vista de la inauguración de Donald Trump, que en la reorganización general de las alianzas llevará a un posible endurecimiento de las relaciones entre los Estados Unidos y China, las relaciones bilaterales entre los países del área se vuelven esenciales. En particular, aquellos entre Rusia y Japón que comparten un área de creciente peso geoestratégico.

Japón desde la posguerra siguió a Occidente en todas las opciones de política exterior, incluidas las sanciones contra Rusia por la crisis en Ucrania. La alianza político-militar entre Tokio y Washington parece hoy indisoluble. A la luz de las futuras relaciones entre Estados Unidos y Rusia, el desarrollo del diálogo y la cooperación entre Moscú y Tokio también parece inevitable, con posibles efectos tangibles en todo el Pacífico.

(Foto: web)