50 años sin carga: la batería china que cambiará la guerra

(Para Andrea Cucco)
29/04/25

Mientras la atención de los medios se centra en otras cosas, una noticia pasa casi desapercibida: en China, la empresa Betavolt ha anunciado el inicio de la producción en masa de una batería nuclear del tamaño de una moneda, Capaz de suministrar energía durante 50 años. No necesita recarga y no emite radiaciones peligrosas.

El BV100, alimentado por el isótopo radiactivo níquel-63, convierte la desintegración beta en electricidad utilizando semiconductores de diamante. El prototipo, que proporciona un voltaje nominal de unos 3 voltios y una potencia de 100 microvatios, ya está en funcionamiento y está listo para impulsar una nueva generación de tecnologías autónomas. Se presenta como una revolución para los satélites, sensores industriales y dispositivos médicos. Sin embargo, las aplicaciones militares no se enfatizan adecuadamente: ¡La era de los cyborgs está por comenzar!

Actualmente, la potencia suministrada por una sola celda BV100 es claramente insuficiente para aplicaciones que consumen mucha energía. Sin embargo, con vistas al sobredimensionamiento modular del paquete de baterías -es decir, ensamblar cientos o miles de microceldas- y con la evolución tecnológica ya anunciada, se espera una mejora significativa en las prestaciones. Esto permitirá la creación de sistemas cada vez más potentes y escalables capaces de satisfacer las necesidades operativas de plataformas autónomas cada vez más sofisticadas.

En los próximos años se producirá una mayor reducción de tamaño y un aumento significativo de la eficiencia energética. Esto significa que módulos del tamaño de un teléfono celular o de una batería de automóvil podrían alimentar familias de sistemas robóticos que funcionarán durante décadas.

Hasta ahora, las limitaciones energéticas han sido una barrera para el desarrollo de sistemas totalmente autónomos y miniaturizados. Ya no hablamos de drones teledirigidos ni de exoesqueletos atados a baterías de litio que hay que sustituir al cabo de unas horas. Se trata de unidades de combate con inteligencia artificial autónoma (¡o independiente!), equipadas con sensores activos las 24 horas del día, capaces de aprender en el campo, golpear con precisión y, fundamentalmente, resistir en el frente durante semanas, meses, años, incluso sin cadena logística.

Las imágenes icónicas de la Terminator ¿Nos parecieron visiones lejanas? La realidad no sólo los ha alcanzado: los ha superado. Un cyborg militar es ahora una línea concreta de desarrollo y obligado. El escenario cambia radicalmente: un cerebro electrónico no tiembla, no duerme, no se queja. No necesita paga, ni horas extras, ni turnos, ni protección legal. No hay sindicatos, no hay vacaciones. Ninguna norma de seguridad puede frenar su utilización. Está diseñado para luchar en cualquier condición. Y así será siempre.

Pero hay un fallo:Cada restricción ética impuesta a la IA combatiente representa una ventaja para el oponente. Mientras Occidente discute protocolos y regulaciones para asegurar el “uso responsable” de la inteligencia artificial en la guerra, China ya ha experimentado con confiar cadenas enteras de mando a sistemas autónomos. Ya no es el hombre quien aprieta el gatillo: es un algoritmo avanzado el que decide si hacerlo o no. Y en una comparación directa, aquellos que obligan a la IA a esperar el permiso humano perderán frente a quienes la programan para reaccionar instantáneamente.

La guerra en Ucrania ha demostrado claramente que 1.000 muertes por día (en cada bando) es una tasa insostenible para cualquier país occidental. No hay opinión pública ni cultura política capaces de sostener un conflicto simétrico prolongado. Una “guerra sin víctimas” –al menos en el frente amistoso– se ha convertido así en una necesidad, no en una “elección”. Y las inteligencias artificiales "asesinas" (drones suicidas, municiones merodeadoras...), han estado operando -en menor escala- durante años y en muchos frentes.

La máquina de guerra del futuro será pequeña, autónoma, incansable y, sobre todo, reemplazable. Una vez producido, podrá luchar durante años sin mantenimiento, sin comida, sin permisos.
Cada componente biológico representa ahora un límite: en términos de entrenamiento, de duración, de fragilidad, de dolor, de error.

A medida que China y Estados Unidos avanzan rápidamente hacia esta nueva frontera, deberían surgir con fuerza algunas preguntas: ¿Qué modelos de armas deberíamos favorecer? ¿Tiene todavía sentido financiar sistemas de combate tripulados tradicionales e ignorar máquinas inteligentes capaces de operar sin limitaciones humanas?

Las tecnologías existen. ¿Las empresas europeas están ya desarrollando componentes y algoritmos para sistemas capaces de competir y ganar a los adversarios que inevitablemente aparecerán? O seremos derrotados y sometido ¿A los regímenes y reglas que se nos impondrán?

Ignorar esta carrera no es una opción. Es elegir perder.

Imágenes: OpenAI / Betavolt