El capellán militar, una presencia silenciosa que no desfila sino que escucha

(Para Gianluca Celentano)
11/05/25

Entre un teniente que daba órdenes y un sargento que gritaba en el cuartel, estaba él en la Piazza d'Armi: Don Franco, en mi caso, en el Voloire ahora el cuartel de Santa Bárbara. Capellán militar con grado de capitán, pero con un aspecto más parecido al de un educador experimentado y comprensivo, que al de un oficial rígido, como los eran entonces. Una suave anomalía en la bien engrasada maquinaria de la disciplina militar durante la época del servicio militar obligatorio.

Cualquiera que haya hecho el servicio militar entre los años 80 y 90 lo recuerda bien: el capellán no sólo traía la hostia, sino un pequeño respiro y la pequeña iglesia era un lugar “inviolable”, como la enfermería. Sabía dónde hacer la vista gorda, interceptar una incomodidad, en definitiva no era un "cura militar", sino un militar que era un poco cura.

Hoy, cuando el servicio militar es un recuerdo de un álbum de fotos, los capellanes militares han permanecido, pero su rostro ha cambiado, como ha cambiado Italia. Con algo más de 150 unidades actualmente en servicio activo y especializadas, operan también en el exterior, en misiones humanitarias, en teatros de operaciones y en hospitales militares.

Su jerarquía ha sido reformada recientemente: el rango máximo alcanzable es el de Segundo Capellán Militar Jefe, equivalente a teniente coronel. Por ley no puede haber más de diez en toda Italia. Una elección que refleja la voluntad de “agilizar” la cadena de mando eclesiástica en las Fuerzas Armadas. De hecho, se abolieron los rangos superiores, incluido el de coronel (que habría sido el tercer capellán militar jefe) y cualquier otro rango similar al de oficial general.

Hoy en día la única excepción la representa elOrdinario Militar de Italia, figura asimilada al grado de teniente general, y su vicario general militar, con rango equivalente al de mayor general. En la práctica: el “sacerdote soldado” ha perdido algunas estrellas, pero ha ganado en misión pastoral.

Hoy en día, el capellán es una referencia moral, cultural y humana en los departamentos y misiones en el extranjero, donde a menudo está más cerca de los soldados de lo que otros superiores pueden estar, empáticamente. Esto también se produce a la luz de una relación cambiada y más amplia –formal e informal– con los líderes militares, que he podido observar personalmente en varios llamados al servicio.

En una época en la que el sentido del deber y la dimensión colectiva parecen estar en dificultad, la figura del capellán militar conserva su utilidad. Es un trabajo silencioso, hecho de escucha, de consuelo, de celebración, pero también de presencia en momentos de crisis. Así pues, una figura desarmada y neutral dentro de las Fuerzas Armadas, y no sólo con una función religiosa, sino también de humanidad uniformada.

Son reconocibles por las estrellas de cinco puntas en las solapas de sus sotanas y túnicas. El Papa Francisco recordó que la misión del capellán es, ante todo, la de cercanía, no la de mando. Y si las Fuerzas Armadas italianas mantienen como tradición la asistencia espiritual católica, hoy están más abiertas a la presencia de personal de otras confesiones: musulmanes, evangélicos, ortodoxos, budistas.

Todavía no hay capellanes no católicos registrados oficialmente, pero se garantiza la libertad de culto, así como la igualdad de otras orientaciones y, en casos específicos, se puede solicitar la asistencia de ministros de otras confesiones.

El capellán militar está presente en muchos países del mundo: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Canadá, Alemania, Países Bajos, Israel y Corea del Sur, donde existen estructuras multiconfesionales con capellanes católicos, protestantes, judíos, musulmanes, budistas y otros.

En Rusia y varios países islámicos, la asistencia religiosa está presente pero no siempre formalizada. En regímenes autoritarios –como China, Corea del Norte e Irán– el papel del capellán está ausente o es severamente limitado.

Mientras nos preparamos para el Día de la República y en sus desfiles – hoy desfilan los Alpini en Biella – valdría la pena, entre un paso de desfile y un vuelo de la Patrulla AcrobáticaAcordaos también de ellos, los capellanes. Y esto lo escribo como laico. Porque entre un coronel y un fusilero, en el seno de la Institución, también hay lugar para una anomalía humana, es decir, para quien, a pesar de tener grados, no quiere mandar, sino acompañar, un concepto que el Jefe del Estado Mayor, general Masiello, parece haber aclarado en muchos de sus discursos.

Foto: US Army