Una Armada proyectada hacia el tercer milenio

(Para andrea mucedola)
26/11/22

El tercer milenio se ha abierto, como ya se preveía, con graves crisis geopolíticas cuyos efectos han comenzado a tocar la vida cotidiana. El factor de complejidad se ha agudizado debido a los rápidos cambios en las dinámicas sociales, exacerbados por los efectos de la globalización que han lastrado la divisor social entre los países industrializados y los menos desarrollados.

La transición de la bipolaridad a una multipolaridad creciente sugiere que el futuro estará plagado de situaciones de crisis para las que cada vez es más difícil encontrar soluciones únicas. Podríamos decir que la única solución viable es mantener una cierta fluidez, afrontando siempre con pragmatismo las situaciones tanto internas como externas. el viejo dicho es bonito soñar pero a veces hay que despertar encaja perfectamente en este tercer milenio.

No hace falta decir que en tal contexto, las FF.AA. debieron enfrentar una revolución interna en el concepto de desarrollo y empleo de las fuerzas asignadas. Uno de los factores más evidentes fue el hallazgo, en una visión durante mucho tiempo centrado en la tierra, que todo lo que nos rodea gira en torno al universo marino. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente casi El 90% del comercio de mercancías con países no pertenecientes a la UE se realiza por mar, y esto nos hace muy dependientes de los bienes importados del resto del mundo.

Aunque los riesgos asociados con la delincuencia en el mar han aumentado, el transporte marítimo todavía se considera el modo de transporte más económico y eficaz para mover mercancías en todo el mundo. Un sector en rápido crecimiento que requiere profesionales y trabajadores cada vez más formados para operar en el entorno marítimo. Sin falsas retóricas, ahora más que nunca se entiende a nivel mundial la importancia de la vida marítima como raíz misma de nuestra civilización. Esto es particularmente importante para nuestro país, que siempre se ha proyectado hacia el mar donde siempre ha encontrado oportunidades de crecimiento político, comercial, cultural y económico.

Un vínculo profundo con el mar que encontramos en nuestra historia, que ha condicionado las opciones estratégicas pero también las políticas económicas de los estados previos a la unificación, convirtiéndose en artífice más que en instrumento del progreso de nuestro país. Es pues innegable que el destino de nuestro país está indisolublemente ligado a su vocación marítima, que se expresa en ese conjunto de valores que se basan en una soberanía marítima que va más allá de nuestras aguas territoriales pero se extiende donde sea necesario llevar nuestra presencia para defender los intereses nacionales.

El uso de la soberanía se ve a menudo como una expresión negativa (aunque presente en el artículo 1 de nuestra Constitución italiana), pero en este caso quiere subrayar la necesidad de garantizar que todos los recursos nacionales estén en condiciones de progresar, preservados y protegidos por una estructura militar acorde con las misiones políticamente asignadas.

Esto significa que la Armada debe poder extender el control de las rutas marítimas incluso más allá de nuestros mares, más allá del Mediterráneo, adentrándose en los océanos más lejanos, o en aquellas zonas de interés económico utilizadas por el tráfico mercante nacional adecuadamente protegidas de los riesgos derivados de un mundo cada vez más riesgoso geopolíticamente.

Una pregunta que debemos hacernos es si el instrumento aeronaval italiano es suficiente para estos fines. Para responderla completamente, uno debe entender cómo se determinan las necesidades militares. La construcción de nuevos armamentos no se basa en los deseos de los jefes militares sino que surge de un continuo análisis multidisciplinario de las necesidades derivadas de las posibles amenazas a la seguridad nacional, entendida siempre en un sentido amplio. Por tanto, no se trata de adquirir armamento para posibles fines bélicos sino de armonizar los recursos disponibles, identificando las carencias de capacidad y previendo unidades aéreas navales capaces de operar más allá de las aguas de jurisdicción normal por directivas del Gobierno.

Superando el contexto geoestratégico del Mediterráneo Ampliado, nuestras unidades deberán por tanto estar preparadas para poder operar en escenarios lejanos de alto tráfico marítimo mercante como las nuevas rutas árticas y las ya conocidas rutas asiáticas para proteger los SLOC. En otras palabras con el uso de unidades navales desde el Océano Atlántico hasta el Pacífico.

El desarrollo de nuevos barcos tiene en cuenta estos factores:

• Amenaza concebible y suministro de sistemas de armas adecuados: La amenaza se deduce a nivel ministerial de la inteligencia nacional (abierta o no) o compartida por los Aliados. En palabras simples, del análisis de la amenaza se derivan las necesidades que se comparan con la disponibilidad actual pero también se proyectan a mediano y largo plazo. de la ecuacion necesidad vs disponibilidad surgen déficits capacitivos. Estos déficits (definidos internacionalmente como "déficits") son a su vez analizados para identificar soluciones factibles según el principio de eficiencia y costos asociados.

Así nacen proyectos de nuevos sistemas de armas en los 4 dominios (aéreo, de superficie, submarino y cibernético) que, insisto, se evalúan por su eficacia y no por el número disponible a bordo. En términos técnicos hablamos de capacidad de guerra que nada tiene que ver con la antigua y ahora abandonada subdivisión histórica de unidades menores (corbetas, patrulleras) y mayores (destructores, cruceros, portaaviones).

La habilidad en el campo de la información se considera fundamental, concretamente en el C4ISR. En los últimos años, con el fin de armonizar las necesidades, se ha planteado en algunos sectores la posibilidad de un uso "dual" de las plataformas de superficie, combinando las necesidades militares con las de otras administraciones del Estado (ie protección civil), tarea en la que las fuerzas armadas siempre han estado involucrados.

Volviendo a la capacidad de guerra, en el contexto de la planificación de armamentos también se presta especial atención a la munición que, con el mismo calibre, ha demostrado marcar la diferencia. Por lo tanto, cada sistema de armas se desarrolla de acuerdo con un ciclo de vida que incluye futuras actualizaciones de capacidad.

• Capacidad para operar incluso durante largos períodos fuera de las aguas nacionales: El principal problema es el apoyo logístico que debe garantizarse de forma permanente para no socavar la capacidad global del grupo naval desplegado. Superar la teoría minimalista (el coste métrico del hierro es mínimo en comparación con el de los sistemas embarcados) ha llevado acertadamente al desarrollo de unidades de mayor tamaño necesarias no tanto para la calidad de vida de la tripulación como para el aumento de la capacidad logística de depósitos y permitir una mayor flexibilidad de uso.

• Capacidades C4ISR adecuadas para operaciones de larga duración: La tecnología de la información permite la superioridad informativa, de toma de decisiones y ejecutiva en el campo de batalla, preponderante sobre los sistemas de armas simples. El nacimiento de Centros de Excelencia en los campos de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y Modelado y Simulación ha permitido desarrollar programas avanzados con la ayuda de Universidades que han dado importantes resultados para una mayor capacidad defensiva de las unidades navales. Este proceso educativo tiene una doble vertiente en la que a las ventajas descendentes para las Fuerzas Armadas se suman importantes repercusiones hacia el mundo de la investigación y la industria.

• Necesidades logísticas reducidas: Los largos periodos fuera de las bases de jurisdicción normal implican la creación de una red logística de soporte remoto flexible y ágil. Sin embargo, es necesario reducir los requisitos a bordo. Tripulaciones más pequeñas, automatización avanzada, mayor disponibilidad de espacio a bordo para materiales y combustibles son solo algunos de los aspectos que se deben considerar para el desarrollo de nuevas unidades navales. Esto se traduce en un aumento de la capacidad expedicionario que se ha revelado fundamental en las últimas décadas.

• Integración y estandarización con unidades aliadas: Desde los últimos años del siglo pasado, la OTAN ha iniciado programas de estandarización tanto de materiales como de procedimientos. Los resultados han permitido crear grupos navales multinacionales absolutamente integrados y funcionales. Esto es particularmente significativo en la cooperación aeronaval tanto con los grupos de portaaviones estadounidenses, británicos y franceses como en el uso de unidades dedicadas a tareas policiales contra la piratería, en contraste con el tráfico ilegal, la lucha contra el terrorismo y la limpieza de artillería de áreas marítimas de interés estratégico, en particular de aquellos atravesados ​​por oleoductos submarinos estratégicos. Una tarea que las Fuerzas Armadas pueden realizar gracias a la calidad de los hombres y mujeres en servicio, sometidos a una educación continua que los distingue en las ocasiones de encuentro con las demás armadas aliadas. La palabra clave es, por tanto, la formación continua y la renovación de la arquitectura.

En resumen, en el tercer milenio será necesario continuar con la política de construcción naval, ya iniciada en los últimos años, para adaptar el equipo naval con el tiempo a las nuevas necesidades.

Por tanto, será fundamental continuar la relación de colaboración con el mundo industrial para la optimización de los recursos con el fin de estar preparados para afrontar los retos del tercer milenio.

Foto: Armada