Noche del 10 al 11 de febrero de 1918: la "burla de Buccari"

(Para Marina Militare)
10/02/19

Después del forzamiento de Trieste, y el hundimiento del acorazado. Wien, a principios de 1918 se decidió llevar a cabo una nueva operación de forzamiento, aún más atrevida, a realizarse en la Bahía de Buccari, dentro de un estrecho canal cerca de las principales bases enemigas.

El 4 febrero 1918 un hidroavión hizo un reconocimiento en Pula, Rijeka y Buccari, al final de los cuales se informó sobre un importante material fotográfico que muestra la presencia de 4 "Viribus", 3 "Radetzki", 3 "Erzherzog", a " Monarch ", dos exploradores y varios destructores, de los barcos de vapor 23 en el puerto de Fiume y de los barcos de 4 a Buccari.

En la noche del 10 al 11 de febrero, se tomó una acción sorpresa para destruir los buques militares y mercantes que se encontraban en la Bahía de Buccari.

Los MAS 94, 95 y 96 al mando del capitán de fragata Costanzo Ciano, apoyados por tres grupos navales de destructores y exploradores como escolta, realizaron la larga ruta entre las dos costas del Adriático, por unas 25 millas a través de canales, remolcados por torpederos. restringido entre las islas enemigas, luego navegando para arribar en la noche para lanzarse contra los cuatro buques mercantes anclados, lo cual se realizaba regularmente sin reacción del enemigo.

Las unidades atacantes luego reanudaron su viaje de regreso, llegando ilesos a Ancona. Los barcos austriacos, sin embargo, protegidos por redes antisylur no reportaron daños.

El poeta Gabriele D'Annunzio, a bordo del MAS 96 al mando del teniente capitán Luigi Rizzo, arrojó a la bahía tres botellas que contenían un mensaje burlón que dio a la acción el sobrenombre de "Beffa di Buccari".

Incluso si no se causaron daños, de hecho, la empresa obligó al enemigo a emprender la búsqueda de nuevas estrategias de defensa y vigilancia, y tuvo "una influencia moral incalculable".

Incluso después de Buccari, el Comando de la Marina austriaca intentó un ataque directo contra el MAS en el amarre en Ancona, y descubrió que no había otras posibilidades para golpear decisivamente la nueva arma. Sin embargo, este intento fracasó y la operación terminó con la rendición de los austriacos.