Terrorismo islámico. La indignación hipócrita de Occidente

(Para Giampiero Venturi)
18/08/17

Barcelona es el paso número uno de un viaje de más de una década. Música habitual, estribillo habitual. En unos días todo habrá terminado y estaremos listos para la próxima hazaña.

Hay dos aspectos sobre los que hacemos melina, sentando las bases para nunca resolver nada:

- 1. Los rehenes de lo políticamente correcto, evitamos llamar a las cosas por su nombre. El terrorismo que ataca a personas inocentes en todo el mundo es islámico y es el resultado de una brecha macroscópica en términos de ley y civilización. Negarlo es hipocresía;

- 2. el Estado Islámico que reclama las masacres que nos han creado los occidentales, o más bien el abrumador componente de poderes que en el Occidente civil responde a objetivos geopolíticos y estratégicos precisos. Este segundo aspecto debe ser destruido con transparencia y franqueza, evitando tanto como sea posible clichés.

El Estado Islámico es el fruto de un diseño preciso, nacido con el fin del poder sunita en Iraq (Libertad iraquí del 2003). La necesidad de crear una plataforma política y militar que se opone a la expansión estructural chiíta en el Medio Oriente (principalmente Irán, Hezbolá, alauitas sirios y chiíes iraquíes) tiene, sin embargo, se convirtió en una pesadilla fuera de control, de los cuales miles de occidentales inocentes no sólo continuará para pagar las consecuencias con la vida.

¿Por qué enojarse entonces? Muchos gobiernos europeos y al menos las últimas tres administraciones estadounidenses han creado las condiciones para que esto suceda, en conjunto con las petromuerías del Golfo e Israel. Incluso si hoy el ISIS se resiste política y militarmente mostrando al mundo la capacidad para la guerra y la organización, después de todo, no es tan difícil imaginar manos ocultas que funcionan en contraste con las declaraciones oficiales de gobiernos e instituciones. Ya hemos hablado mucho sobre estas páginas. Para repetir no es necesario.

Spunto reflexión pragmática, más allá de las simpatías y prejuicios, sin embargo, podría provenir de la concentración en un determinado: Occidente ahora señalar con el dedo y aplica sanciones a los únicos tres países implicados militarmente a tiempo completo contra el Estado islámico, y más en general en contra la Yihad Sunni internacional: Siria, Irán y Rusia. Antes de continuar con los juerguistas indignados, podríamos partir de esta curiosidad y razón. Después de todo, no tenemos nada que perder.

Nuestras noticias hablan de terrorismo genérico e islamismo impersonal, pero ignoran a diario los esfuerzos de miles de hombres en Siria que luchan concretamente para arrebatar tierras y posibilidades del radicalismo islámico. Seguimos contándonos verdades parciales y cómodas sin abandonar el círculo que hemos creado nosotros mismos.

Los enemigos (reales) que hemos construido nosotros mismos dentro y fuera de la casa, entre las necesidades y las estrategias de tensión, solo nosotros podemos destruirlas. Hemos recorrido un retraso de la civilización real (el mundo islámico) para alimentar intereses, solo parcialmente respondiendo a las necesidades del océano profundo. Poner en la esquina a Putin y Bashar Al Assad, pero aceptamos la muerte en casa más allá del límite del masoquismo. Luchamos por los derechos humanos y permitimos escenarios como el libio.

Continuando de esta manera, en un clima de retórica abulia y bondad de bajo costo, al menos deberíamos tener el coraje de aceptar el precio a pagar sin más alarmas y alarmismo. La decencia del silencio mediático tal vez alivie los efectos de enormes contradicciones.

La geopolítica y la estrategia deberían seguir un manual práctico, pero, sobre todo, Europa parece ser cada vez más víctima de la hipnosis voluntaria. Sin cambios de marcha, es difícil ver la luz en un futuro tan oscuro.

(foto: web)