Tiro de precisión: Potencia, Velocidad y Control

(Para Andrea Sapori)
11/10/23

"La potencia no es nada sin control" era el acertado eslogan de una famosa marca de neumáticos.

Este concepto lo podemos aplicar de forma absolutamente precisa también a la disciplina de Tiro a larga distancia. Imaginemos el vuelo de una bala disparada con un rifle.

La "potencia" (empuje), que a menudo se asocia con la "velocidad" (aceleración), en este caso de una bala disparada con un arma estriada de cañón largo, está determinada por la cantidad y el tipo de pólvora presente en la vaina del cartucho. el cual se quema a través de la imprimación colocada en su base.

Lo que estamos tratando de lograr es uno velocidad supersónica durante todo el vuelo del proyectil hacia el objetivo que, para tiros de "largo alcance", se puede colocar hasta una distancia de 1200 metros (última foto).

Pero, ¿potencia y, por tanto, velocidad, significan siempre "precisión"?

No necesariamente. Así que volvamos a nuestro otro punto de referencia famoso: "control".

En el tiro a larga distancia hay que buscar sobre todo la calidad de la potencia, es decir, del empuje impartido al proyectil.

Si buscando la máxima velocidad posible la explosión de la pólvora contenida en la vaina del cartucho es demasiado potente, la fuerza de empuje se dispersará ya dentro del propio barril que, además de provocar una fuerte tensión en todas las partes mecánicas y ópticas del arma (así como en el físico del tirador), dará lugar a trayectorias balísticas "incoherentes", que no permiten aplicar los ajustes correctos a la puntería. sistema, tanto durante la fase de puesta a cero como en la posterior corrección del disparo.

Pero ¿qué se entiende por calidad de empuje?

Acelerar el proyectil a través del cañón demasiado rápido resultará en: 

- Movimiento fluctuante excesivo y disarmónico del cañón, previsto por el diseño.

- Desestabilización de la trayectoria de vuelo del proyectil, provocada por oscilaciones del proyectil a lo largo de su eje de rotación.

Teniendo en cuenta unas dimensiones estándar que cumplen con la normativa, la peculiar tecnología constructiva y el tipo de acero utilizado, el cañón de un rifle se diseña con unas determinadas características geométricas y mecánicas: longitud, paso de estriado, número de ranuras, espesor más o menos mayor (en relación con el calibre y uso previsto: militar, caza, tiro de precisión, tiro dinámico...), posibilidad de aplicar un compensador de boca (o bozal).
En base a estas características se debe seleccionar el tipo correcto de cartucho..

En el caso de utilizar munición comercial, tomando como media correcta la presión creada en la cámara de combustión por la combustión de la pólvora disparada -porque se establece durante la producción-, imaginamos que el proyectil inicia su movimiento de aceleración a lo largo del cañón: sufre una formando una mecánica de proceso que lo verá "atornillarse" y salir de la boca bajo el empuje de los gases de disparo y en plena rotación.

Cuanto más se produzca este proceso de forma sin sobretensiones y de forma coherente (como un tornillo que gira de forma precisa y progresiva a lo largo de su asiento roscado), es decir, con el empuje adecuado, más balísticamente correcta, predecible será la trayectoria del disparo, y por tanto "manejable", permitiendo así la creación de tablas balísticas efectivas. Evidentemente sin olvidarnos de tener en cuenta los datos relativos al coeficiente balístico proporcionados por el fabricante del cartucho. 

A pesar de la rotación impuesta por el cañón, que dará lugar a un efecto de estabilización giroscópica, cuando la bala sale de la boca su vuelo se verá inevitablemente perturbado por la explosión que se produjo detrás de ella, que ahora la empuja a través de ese fluido llamado "aire". , lo que a su vez lo molestará.

Además, dada la constante gravitacional que atrae todo hacia el centro del planeta, el resto de la física que actúa sobre el proyectil comienza su "batalla" contra el entorno que rodea al proyectil (es decir, el aire que atraviesa, con su densidad, temperatura, humedad). , presión barométrica, altitud... y sobre todo el viento).
Si la potencia, perdón... el "empuje" aplicado es correcto, la mecánica de fluidos y la geometría (es decir, la forma más o menos aerodinámica del proyectil), pondrán fin a la "batalla" en el menor tiempo posible. Sin embargo, si es excesivo, habrá desestabilización y la consiguiente inconsistencia de la trayectoria de vuelo hacia el objetivo.

Paradójicamente sucede a menudo que (sin que el tirador se dé cuenta) un proyectil que tiene una precisión de 500 metros (y más allá) no lo es a 300: simplemente porque no tenía espacio para estabilizar su movimiento de rotación, dado el empuje excesivo. Todo ello da lugar a patrones inconsistentes, definidos como "correctos y precisos", que desorientan al tirador.

Evidentemente, también se aplica el concepto contrario, aunque menos frecuente y molesto, de que un empuje demasiado suave no permite que el proyectil permanezca supersónico hasta el objetivo situado a larga distancia.

Dado un compromiso aceptable, es decir, un cartucho capaz de tener una distancia lo más amplio posible, siempre será "el campo" el que determine la elección correcta, que también debería afectar al calibre de mayor rendimiento.

Pero esa es otra historia...

Foto: Cuerpo de Marines de EE. UU. / Defensa en línea