Interés nacional y alianzas políticas con poca visión de futuro

(Para Andrea Pastore)
10/05/15

Con el final del proyecto South Stream, Italia ha demostrado, una vez más, su marginalidad en la política exterior.

El renovado atlantismo de los últimos tiempos, un tanque de oxígeno para las perturbadas relaciones internacionales de Roma, definitivamente está ahogando el acceso a los recursos energéticos necesarios para la supervivencia económica e industrial de la nación, demostrando cuán fugitiva es la capacidad de moverse en el foro mundial con el objetivo de salvaguardar los intereses nacionales.

Excluyendo el caso maró y los infames bombardeos en el trabajo de puesta en marcha de synax en el 2011, la emergencia energética relacionada con las sanciones contra Rusia y la crisis de Libia muestra lo sombrío que es el futuro de los suministros de hidrocarburos italianos y todo el sector industrial y todo para complacer a los aliados poco atentos y miopes a los equilibrios estratégicos regionales, pero muy cautelosos en el manejo de los beneficios económicos provenientes de la inestabilidad.

El culpable aplastamiento de las sanciones contra Rusia ha acabado con el proyecto South Stream, al igual que el fallido estado de Libia pone en peligro una fuente de energía vital para todo el sistema económico nacional.

A falta de un enfoque sólida y coherente con la política exterior, así como un calendario de largo plazo diplomacia italiana es capaz de mantener el principio de la autodeterminación de Kosovo, pero niega a Crimea, define el estado totalitario Siria, pero los socios de Egipto y Arabia Saudita, dos estados que utilizan los mismos métodos "democráticos" del régimen de Assad.

Lo llaman realpolitik e incluso podríamos compartirlo, pero este debería tener como objetivo final el interés nacional tan vilipendiado y tal vez desconocido, ese interés utilizado como una pantalla para llegar hasta Afganistán e Irak, pero se niega cuando decimos que no a los llamados socios occidentales.

Probablemente somos prisioneros de un complejo de inferioridad endémico vinculado a la derrota en la segunda guerra mundial, del mismo modo que no podemos vencer el esquema de guerra fría conveniente y predeterminado.

La solución está siempre ahí, al alcance de todos y está hecha de cultura política, interés nacional, comprensión de la dinámica geoestratégica.

Si la clase dominante italiana pudiera combinar estos elementos, podríamos contribuir seriamente a la estabilidad internacional sin negar los intereses y las necesidades de 60.000.000 de los ciudadanos italianos.

(foto: archivo de la silla del consejo)