La defensa de los puestos de avanzada italianos

22/03/21

Italia no puede dejar de considerar a África como un pilar de fundamental importancia para su propia seguridad. Proyectada en el Mediterráneo central y con las costas norteafricanas a pocos kilómetros de las nacionales, es imposible para quien gobierna en Roma pensar en una estrategia que no mire hacia el sur. Con esa mezcla de oportunidades y peligros que siempre ha caracterizado la relación de Italia con el continente africano.

En las últimas décadas, sin embargo, Italia ha olvidado a menudo su papel en África y también sus propias posibilidades de integración e influencia en ese inmenso continente. Nuestro antiguo margen de maniobra se ha ido reduciendo cada vez más, haciendo de Roma un elemento activo, pero cada vez menos importante en todo el tablero de ajedrez africano, en beneficio de otras potencias, tanto europeas como extraeuropeas. Prueba de ello proviene del Cuerno de África, del que casi parece haber sido expulsada Italia. Pero las confirmaciones también vienen de Libia, donde el compromiso italiano corría el riesgo de quedar aturdido por las movidas de Turquía y Rusia. Pero también se puede ver en las relaciones con Egipto, que de socio fundamental de Oriente Próximo se ha convertido en un interlocutor difícil de gestionar, sobre el que pesa la sombra del asunto Regeni.

En este contexto de inquietante "retirada estratégica", sin embargo, hay necesidades que hacen imposible que Italia se olvide de África. Porque es allí, en las costas del norte pero también en el cinturón del Sahel, tanto en el golfo de Guinea como en el de Adén, donde se sitúa uno de los "limones" de nuestros intereses estratégicos.

De hecho, la proyección italiana no se puede contener en la simple cuenca mediterránea. Hoy el concepto de un "Mediterráneo ampliado" se repite de manera cada vez más constante. Pero esto puede considerarse de alguna manera casi un punto de partida: porque en el mundo globalizado de la década de XNUMX incluso parece desactualizado a la luz de los grandes flujos de personas, capitales, bienes y medios que se encuentran en la frontera de los mismos. -región concebida por la Armada Italiana. Y esto nos hace entender cómo ahora es impensable construir una estrategia de defensa que no tenga sus puestos de avanzada justo en la frontera de esta gran área estratégica que va más allá no solo del Mar Rojo, sino también del Golfo de Guinea.

La confirmación vino del propio Ministro de Defensa, quien en una entrevista con Repubblica expresó algunas frases muy interesantes. Preguntado sobre el papel de la misión italiana en Mali, insertado en el contexto del Task Force takubaLorenzo Guerini respondió ampliando de inmediato el espectro de las campañas antipiratería en el Golfo de Guinea y Somalia, considerando todas las misiones italianas en esa enorme franja africana como un solo bloque.

La elección de Guerini no es accidental. Mirando un mapa geográfico del continente, es fácil ver que la intervención en el Golfo de Guinea, la de Níger y Mali, y la de Somalia pueden considerarse verdaderos centros neurálgicos de intereses italianos que, si se combinan con imaginarios líneas, es como si estuvieran construyendo una nueva línea fronteriza. Un limón que no representa el del territorio nacional, obviamente, pero sí el que debe ser considerado en todos los aspectos como un área de primer interés estratégico para el país. Proteger a Italia allí significa no solo apoyar nuestros intereses en la zona, sino también “subcontratar” algunos riesgos que pueden resolverse incluso antes de que exploten en el resto del continente. O incluso cerca de nuestras fronteras (estudio de caso: trata de personas en Libia).

Un desafío que claramente no nos ve solos. Italia compite con potencias arraigadas desde hace mucho tiempo en esas regiones, en particular Francia, pero también con nuevos actores emergentes que hacen cada vez más difícil moverse con total autonomía.

China, protagonista de una larga y compleja fase de penetración en el continente africano, hace tiempo que puso sus ojos en aquellas regiones que alguna vez fueron prerrogativa de los antiguos imperios coloniales europeos.

Rusia, con la opción de entrar en el conflicto libio y con el acuerdo para la base naval en Sudán, ha puesto en juego su presencia en todo el Mediterráneo ampliado. Y finalmente no debemos olvidar a Turquía, que no solo ha construido una sólida presencia política y militar en Somalia, como nos recordó el caso de Silvia Romano (v.articolo) - y en Libia, pero ha iniciado una política de fuerte expansión en todo el cinturón del Sahel, incluso en esa zona donde el ejército italiano ha intervenido o va a intervenir. Todo ello en un escenario que también ve a otras potencias regionales cada vez más dinámicas como las monarquías árabes y Egipto.

En un contexto tan turbulento, la decisión forzada de Roma es concentrarse en estos puestos de avanzada para evitar ser aplastado por un conflicto que puede ser peligroso. Un desafío que requiere no solo de grandes dotes tácticas y diplomáticas, sino sobre todo estratégicas. Difícil, si no imposible, hacer todo usted mismo. Y en este sentido, la llamada a un compromiso renovado de la OTAN en el frente sur, el del Mediterráneo, parece ser muy importante, evitando una participación excesiva y casi exclusiva en el frente oriental. Juego que habrá que jugar centrándose también en un reequilibrio de los centros de poder europeos que parece cada vez más inminente.

Lorenzo Vita (Centro de Estudios de Geopolítica y Estrategia Marítima)

Foto: ministerio de defensa / xinhua