La masacre navideña en Gaza y las dificultades en las labores de socorro

(Para Gianluca Celentano)
26/12/23

Poco a poco los focos de atención van bajando de Ucrania para centrarse mucho más al sur, en una guerra que muchos tienen ahora el valor de calificar de conflicto de exterminio, la que tiene lugar en Palestina. El día de Navidad, el 25 de diciembre, el presidente israelí Benjamín Netanyahu, ahora con poco consenso en su país, lanzó otro ataque aéreo que causó más de 100 muertes civiles, elevando así a 7 la cifra de muertos desde el inicio del conflicto el 20.674 de octubre. Las víctimas son principalmente mujeres y niños.

Además, Netanyahu también fue claro con Biden que, en este caso, intentaba desempeñar el papel de pacificador en el conflicto: Israel continuará la guerra hasta que se alcancen todos sus objetivos, que incluyen, además del derrocamiento del grupo terrorista Hamás, también la liberación de los rehenes retenidos en la Franja..

Una guerra de odio aunque los motivos de Israel quedan claros tras el primer ataque de Hamás que encendió la mecha. Una devastación que dificulta aún más las intervenciones de la ONU, que está adoptando estrategias para reforzar la entrada de ayuda humanitaria a Palestina. El verdadero problema hoy es cómo llevar ayuda a Palestina, evitando los hospitales que, según los servicios de inteligencia, esconden depósitos de armas y túneles subterráneos, y los continuos ataques aéreos.

Mientras tanto, en Israel, la disidencia política contra el gobierno de Netanyahu está cada vez más extendida a pesar de que el presidente difunde discursos patrióticos que en realidad despiertanefecto contrario entre buena parte de la población, la que considera fundamentales las relaciones comerciales y diplomáticas con Occidente para el fin del conflicto.

También hay que decir que la propuesta egipcia en tres fases para poner fin al conflicto fue devuelta al remitente por la Jihad Islámica y Hamás, por lo que es una incógnita dónde se espera todavía demasiada sangre inocente. Es decir, de esa mayoría de personas ajenas a Hamás que están pagando la factura más injusta y cara.

Palestina tiene alrededor de cinco millones de habitantes y cien mil de ellos trabajan cada día en el vecino Israel. Entre los trabajadores de la Franja, más del 5% están empleados en el sector de la construcción y, en general, la mano de obra palestina es una parte fundamental del PIB israelí. Diezmar o exterminar a una población sólo por tener la culpa de habitar una tierra -su tierra- en la que también hay grupos terroristas es una mera pifia con sabor a venganza ciega y sangrienta. Un concepto demasiado contrastante con la historia del pueblo judío y alejado del concepto de civilización que se esperaría de la única democracia presente en Oriente Medio. Una condición profundamente embarazosa para los judíos de todo el mundo y al mismo tiempo ofensivo para la misma comunidad que habita Israel, que recordamos está compuesto por un 74,2% de judíos, un 17,8% de musulmanes y un 2,0% de cristianos.