Libia: la guerra a las puertas

(Para Gino Lanzara)
10/02/22

Abdulhamid al-Dbeibah, escapó de un ataque hace unas horas; los asaltantes, después de apuntar al automóvil del primer ministro, huyeron, dejándolo ileso; un episodio que se eleva al desenlace (¿final?) de un período convulso que vio una vehemente disputa entre diversas formaciones políticas y militares por el control del ejecutivo.

Si se confirma el intento de asesinato, solo podría agravar la crisis actual, que vuelve a poner en juego el control de Libia, después de que Dbeibah dijera que no tendrá en cuenta la votación prevista en breve en el Parlamento de Tobruk destinada a abrir una nueva fase. de la crisis con su defenestración. Además, también se deben considerar los próximos movimientos de las fuerzas armadas que han estado movilizando hombres y equipos en Trípoli durante algunas semanas, legitimando temores palpables sobre una crisis política que presagia nuevos enfrentamientos armados.

Los hechos de hoy son la contrapartida inevitable de una evolución de los hechos que se ha vuelto incontrolable: si es cierto que Dbeibah se había instalado como primer ministro en tiempos de un gobierno de unidad nacional con el apoyo de la ONU, con el objetivo de unificar las instituciones de un país desgarrado, preparándolo para una transición que se cerrará con elecciones periódicas, es igualmente cierto que las distintas facciones han seguido luchando por mantener sus posiciones de poder, especialmente después de que el proceso electoral se haya hecho añicos en medio de disputas regulatorias como la inesperada candidatura del propio Dbeibah, o la vuelta a la escena política de figuras controvertidas y destacadas como Saif al Islam Gaddafi.

El Parlamento, apoyo habitual de las fuerzas del Este durante la guerra civil, no reconoció la legitimidad del Gobierno, y dentro de unas horas votará el nombramiento de un nuevo primer ministro al frente de otro Ejecutivo.

Dbeibah, hace unos días, declaró que dejaría el poder solo después de un proceso electoral regular, gracias al apoyo que sigue recibiendo del asesor de la ONU para Libia y de los principales países occidentales, que siguen reconociendo su Gobierno.

Mientras tanto, el parlamento anunció hace unos días que no habrá elecciones este año, determinación lograda con la aprobación de una serie de cambios constitucionales que han sumido definitivamente al país en el caos.

La política parlamentaria dirigida a nombrar un nuevo primer ministro parece claramente destinada a llevar la situación de nuevo a status quo ante el asentamiento del gobierno de Dbeibah, con entidades estatales paralelas que gobiernan Libia en anarquía desde diferentes ciudades.

Por el momento, no se reportan elementos que sugieran un posible estallido repetido de la guerra civil, pero ciertamente la subestimación del riesgo y la incapacidad de los servicios de seguridad locales y extranjeros para prevenir el intento de magnicidio no augura nada bueno.

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